En el corazón de Sevilla, entre el rumor de las procesiones y el aroma antiguo de los talleres artesanos, sobrevive uno de los oficios más delicados del arte sacro: la cordonería. Allí, en la histórica Cordonería Alba, fundada en 1904 y situada en la calle Francos, continúa el legado de tres generaciones bajo la dirección de Jesús Espínola Cantero. Su labor, silenciosa y paciente, mantiene viva una tradición centenaria que forma parte esencial del patrimonio devocional de la ciudad.
Jesús Espínola es uno de los últimos artesanos que aún elabora a mano borlas, cordones, flecos y pasamanerías para las hermandades sevillanas. Su taller ha contribuido a realzar la belleza de numerosos pasos e insignias, como los del Señor de las Penas de San Vicente o los simpecados de la Hermandad del Rocío de Villamanrique. Pero más allá de las piezas concretas, lo que define su obra es la fidelidad al detalle, el respeto por los materiales nobles y la búsqueda de armonía entre arte y fe.
La Cordonería Alba ha estado estrechamente vinculada a la vida cofrade de Sevilla, colaborando con hermandades que representan lo mejor de la Semana Santa. Entre ellas, la Hermandad de la Macarena, símbolo de devoción y belleza, ha contado con el arte de Jesús Espínola en la confección de cordones y elementos textiles que acompañan a la Esperanza en su recorrido. Su trabajo, hecho con manos que rezan, refleja la unión entre lo material y lo espiritual, entre la tradición y el sentimiento popular que envuelve cada detalle del patrimonio macareno.
La figura de Jesús Espínola encarna el valor de quienes, desde el anonimato del taller, sostienen el esplendor de nuestras devociones. Cada hilo que pasa por sus manos es una oración tejida en seda y oro; cada borla, una promesa cumplida en forma de arte. En un tiempo donde lo industrial parece imponerse, su fidelidad a la artesanía es también una lección de fe, de paciencia y de amor por Sevilla.
Y mientras los hilos dorados de sus creaciones se entrelazan, también se entrelazan las intenciones de quienes desean una Hermandad que mire al futuro sin olvidar sus raíces. Porque en cada obra de Jesús Espínola hay un eco silencioso de la Esperanza, ese mismo hilo invisible que une a todos los corazones macarenos.


