La semilla de la evolución macarena nace de una revolución. Y en la ciudad de Sevilla, el nombre de Juan Manuel Rodríguez Ojeda se encuentra ligado a muchas de ellas. En 1890, concibe para la Virgen de la Esperanza el palio negro (hoy en día, propiedad de la Hermandad de la Estrella), siendo bordado por su hermana Josefa. Pero si algo caracteriza a Juan Manuel Rodríguez Ojeda es su inquietud constante en brindar lo mejor a su Virgen de la Esperanza. Ese inconformismo natural le lleva, tan solo 18 años después del estreno del palio negro, a revolucionar la estética cofrade con el estreno del emblemático palio rojo, cuya rompedora combinación de terciopelo granate y malla crea escuela.
Tras su reincorporación a la Junta de Gobierno de la Hermandad, a finales de abril de 1929, formando parte del Comisariado extraordinario de Ollero Sierra con el cargo de Asesor Prioste, abrió paso al deseo de enriquecer el paso de la Virgen de la Esperanza. Como señala Hilario Arenas en “Esperanza Macarena en el XXV Aniversario de su Coronación Canónica”: “Así Juan Manuel pudo ver el sueño de dotar el palio de su creación con doce varas de plata de ley del mejor repujado. Pero también temía que el varal que se proyectaba resultase más rico que los bordados del palio y del llamado manto “camaronero”.
La filosofía macarena nace de la búsqueda de la excelencia. Y esa búsqueda constante es la que lleva a Juan Manuel Rodríguez Ojeda a superar su propia creación. De esta forma, el 14 de junio de 1929, Juan Manuel expone en Cabildo de Oficiales su proyecto de bordar otro manto y enriquecer el techo de palio, aprovechando los cinco medallones bordados anteriormente e incorporando nueva malla de oro en las caídas, modificando cordones y borlas.
Resultaría ingenuo pensar que el ansía de mejora de Juan Manuel no habría seguido explorando nuevas vías de inspiración. Ante el estreno de las nuevas piezas de orfebrería en plata de ley, diseñadas por Joaquín Castilla Romero (jarras entrevarales, bocelón, maniguetas y peana) se constata que el brillo de los bordados de Juan Manuel Rodríguez Ojeda ha quedado opacado. Por lo que se decide concertar con la Casa Caro, el 27 de abril de 1939, la confección de un nuevo palio. El 18 de junio de 1940, se firma el contrato para su ejecución. Victoria Caro respeta el emblemático diseño que Juan Manuel Rodríguez Ojeda plantea en el palio rojo, dotándole de mayor riqueza al modificar el terciopelo por una malla cuajada de lentejuelas que proporcionaba al palio un acusado efecto lumínico en la noche del Viernes Santo.
Esta misma disyuntiva se resuelve favorablemente, en 1964, con motivo de la Coronación Canónica de la Virgen de la Esperanza, cuando se estrenan las actuales bambalinas, obra de Esperanza Elena Caro. Y, un año más tarde, la réplica del techo de palio, conservando la gloria central, así como los medallones de los cuatro Evangelistas, ejecutados entre 1940 y 1942 por Amparo Martín.
El deterioro actual de la pieza, así como nuestro compromiso férreo por la conservación del patrimonio, nos lleva a plantear la reproducción de este, teniendo en cuenta los aspectos que procedemos a detallar. En cuanto al soporte, se reproducirá la malla actual cuajada de lentejuelas y se recuperará la malla inferior de las bambalinas, de 1942, aportando mayor rotundidad y airosidad al diseño ornamental en su conjunto. En cuanto a los bordados, se planteará la posibilidad del enriquecimiento del mismo en cuanto a técnicas, en especial al bordado interior de las bambalinas, siempre y cuando no suponga mayor rigidez en el movimiento de estas.
Además, se recuperará el diseño original, de Ignacio Gómez Millán, de la sinuosa crestería de las bambalinas estrenadas en la Semana Santa de 1942. En cuanto a la “gloria” central, en la que se representan las Virtudes Teologales, y los cuatro medallones correspondientes a los cuatro Evangelistas, se planteará el enriquecimiento de las sedas aportando mayor riqueza en cuanto a matices y volúmenes y estudiándose la posibilidad de inclusión de marfil.
📸 Tomás Quifes