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Entrevista ABC: Fernando Fernández Cabezuelo, candidato de la Macarena: «Cuatro personas mayores cercanas a mí se han ido sin poder despedirse de la Virgen»

El candidato a hermano mayor de la corporación de la Madrugada asegura haber vivido su año más doloroso como macareno y aboga por recuperar la cercanía «devolviendo la hermandad a los hermanos»

Fernando Fernández Cabezuelo, en la casa de ABC Juan Flores

Fernando Fernández Cabezuelo (Sevilla, 1964) oficializó su candidatura a hermano mayor de la Macarena el pasado mes de julio, días antes del cabildo para decidir la restauración de la Virgen de la Esperanza. Sin embargo, asegura llevar trabajando en la misma más de año y medio. Este macareno de cuna, que fue costalero del palio y miembro de junta durante ocho años (de 2009 a 2017), presenta su proyecto a ABC y valora la situación actual de la hermandad en los días previos al cabildo de elecciones del 30 de noviembre.

—Este último año seguramente haya sido de los más intensos que has vivido como hermano de la Macarena.

—Este último año es el que más me ha dolido y en el que más he sufrido desde que ocurrió lo que ocurrió. Aquello ocurrió hace prácticamente cinco meses y la Virgen es muy necesaria para muchísima gente. Aquella noche fue terrible. Creo que en los casi 430 años que tiene la hermandad de la Macarena nunca ha estado tanto tiempo sin ella. Todos los macarenos estamos allí porque tenemos nuestra historia con la Virgen, porque forma parte de nuestras vidas, porque la necesitamos en el día a día, porque con ella lo celebramos todo y acudimos a ella en los momentos malos. Si la Virgen no está en tanto tiempo, imagínate lo que estamos sufriendo. No sólo los macarenos, sino todos los devotos y yo creo que Sevilla y España entera. Tanto tiempo se está haciendo eterno.

—¿Cuándo decidió presentarse a hermano mayor y por qué motivo?

—Esto surge hace año y medio o dos años. No soy yo el que tiene la idea de presentarse, porque, con 61 años, pensaba en otro tipo de vida más tranquila. Surge de una amplia base de macarenos que viven la hermandad y que ven que en los últimos cuatro años se estaba deteriorando tanto la excelencia de la hermandad como el trato hacia los hermanos. Me decían que cada vez se sentían más extraños dentro de la hermandad, que hacía falta un cambio de rumbo. Llega un momento en que me reúno con 200 hermanos que quieren que abandere el proyecto. Acepto, pero con la condición de que siempre tendiéramos la mano e intentáramos que la hermandad de una vez se uniera y hubiera una sola candidatura. Lo intentamos con Eduardo y con Notario cuando supimos que querían presentarse, pero no pudo ser. Entonces, decidimos tirar para adelante.

—Ya con los tres candidatos definitivos presentados, hubo un candidato externo que ofreció crear una candidatura de consenso si todos echaban hacia atrás sus proyectos.

—Bueno, primero, tanto Eduardo como Notario quisieron integrarme en sus listas por separado. Yo les propuse echarme atrás, que ellos decidieran quién sería el mano mayor y que después cada uno de los tres pusiéramos cinco oficiales de junta hasta formar una candidatura completa. Se negaron. Y cuando anunció Pedro que se presentaba, un poco más de lo mismo: también quería unirse conmigo, pero no con Notario. Ya por último, hay un señor que me llama y, efectivamente, propone que nos pusiéramos de acuerdo para que sólo hubiera una candidatura poniendo de hermano mayor a uno que no fuera ninguno de los tres. Yo sólo le dije que me dejara pensarlo, y a ver si los otros dos decían que sí. Cuando me enteré de que Notario había dicho que no, ni yo llamé ni me volvieron a llamar, porque ya no había posibilidad de reunirnos a los tres. Pero yo no dije que no.

—Parece complicado que en una hermandad con el volumen de hermanos de la Macarena concurra solamente una candidatura.

—En una institución donde hay casi 18.000 hermanos, que haya tres candidaturas no es ningún problema. El problema es cómo nos comportemos las candidaturas. Como si queremos unirnos pero sólo para ganarle a un tercero.

—Su vida ha estado vinculada desde bien temprano a la hermandad, en la que ha ostentado cargos como el de fiscal o consiliario. Esa experiencia es otra de las bazas que respaldan su proyecto.

—Pertenezco a una familia con una tradición familiar muy antigua. Conozco la hermandad desde el día que nací. Yo quiero mucho a la Virgen y tengo una relación muy estrecha con ella. He vivido siempre la parte bonita de la hermandad, es decir, estar con la Virgen cuando subía al camarín, esos momentos íntimos, desde que lo hacía con mi padre o mi abuelo. Mi gran preocupación era que mis hermanos pudieran vivir lo que yo había vivido en la hermandad desde pequeño y después dentro de la junta de gobierno, que no es más ni más ni menos que esa cercanía con la Virgen. Eso lo luché cuando fui oficial de junta. La hermandad hay que devolvérsela a los hermanos, y ese es uno de los pilares que sostienen esta candidatura. La hermandad nunca puede ser de una junta de gobierno, tiene que tener las puertas abiertas siempre de día y de noche, y el hermano se tiene que sentir escuchado. Si tengo que hacer 20 cabildos extraordinarios para escuchar a mis hermanos cuando haya que tomar una decisión importante, los voy a hacer, no voy a estar encerrado en un despacho.

«Si tengo que hacer 20 cabildos extraordinarios para escuchar a mis hermanos cuando haya que tomar una decisión importante, los haré»

Fernando Fernández Cabezuelo

Candidato a hermano mayor de la Macarena

—Dentro de su programa, plantea la reducción de las cuotas a los hermanos. Sin embargo, hay proyectos de gran envergadura, sobre todo en materia de patrimonio. ¿Cómo se costearán?

—Somos herederos de un patrimonio que en 430 años ha ido creciendo y cuidándose por muchas generaciones. Nosotros creemos que la hermandad de la Macarena en los últimos años ha ido abandonando un poquito este patrimonio, que se ha ido deteriorando y ha perdido esa excelencia que queremos recuperar. Ese es nuestro otro pilar: la hermandad siempre ha sido el espejo donde todas las hermandades del mundo se han mirado, y tenemos que volver a serlo. Los gastos en restaurar, recuperar y ampliar el patrimonio se van a cubrir por diferentes vías: una partida presupuestaria dedicada al patrimonio; las donaciones; la suscripción popular; y, si fuera necesario, los eventos, como capeas, conciertos… Tengo claro que en el tema económico no va a haber ningún problema si optimizamos los recursos y reducimos los gastos. ¿Cuánto voy a bajar la cuota? Cuando vea la realidad de la hermandad, veré.

—También lleva toda la campaña haciendo hincapié en las obras asistenciales, especialmente con el proyecto ‘La casa de la Esperanza’.

—La hermandad de la Macarena es una hermandad universal, pero nosotros queremos mirar un poquito hacia el barrio, volver a ser hermandad del barrio, igual que no nos podemos olvidar de que somos de la parroquia de San Gil. Nuestra asistencia social va a funcionar en círculos concéntricos. El primero son los hermanos. Nuestro voluntariado va a ir en busca de los hermanos con necesidades, y cuando los detectemos, los vamos a atender en condiciones, no como se ha hecho hasta ahora. El siguiente círculo concéntrico es el de los feligreses, y el siguiente, el del barrio. Vamos a llegar hasta la Macarena Norte. Respecto a ‘La casa de la Esperanza’, es el proyecto madre del que se deriva a cada persona a cada uno de los otros proyectos. Después de escuchar a los hermanos y conocer sus necesidades, se hará un seguimiento y unas actuaciones individualizadas para la necesidad de cada uno. Se va a hacer un acompañamiento a personas mayores que viven solas atendiendo sus necesidades; también una inserción social y educativa dedicada a atender a los niños y sus familias prestando mucha atención al ‘bullying’; y grupos de voluntariado que irán a todas las parroquias de la Macarena y Macarena Norte.

—Este proyecto de asistencia social en esas parroquias incluye hacer una misión allí con la Virgen, como planteó en una rueda de prensa.

—Bueno, yo no lo planteé, ni lo había pensado siquiera, pero me lo preguntaron. Me cogió un poco un fuera de juego, pero tengo clarísimo que si queremos acercar la Virgen a quienes más la necesitan, llegado el momento, la Virgen tendrá que ir. claro.

—Ya me ha mencionado antes lo larga que se está haciendo la espera en estos meses de ausencia de la Virgen.

—Ojalá volviera hoy mismo por la falta que hace. Lo peor de todo esto es que ya he vivido las muertes de cuatro personas mayores cercanas a mí que no se han podido despedir de ella en la tierra. Seguro que están con ella arriba, pero no han podido despedirse. Cuanto antes esté la Virgen, todo el mundo estará más tranquilo y podrá acercarse a esos ojos que tanto necesitamos.

—¿Cree que el regreso de la Virgen tras la restauración servirá para pasar página y cerrar la herida que hay ahora mismo abierta en la hermandad?

—Yo lo espero. Espero que cuando llegue la Virgen vuelva la normalidad. La hermandad no está tan desunida como se piensa. Siempre ha habido estas cosillas, pero toda la vida, cuando han pasado las elecciones, nos hemos llevado bien. Yo con mis otros dos hermanos candidatos, con Pedro y con José Luis, he quedado en hacer una campaña totalmente limpia. Yo no hablo de nadie, hablo sólo de mis proyectos. También he quedado con ellos en que, si salimos elegidos, los voy a llamar, y nos vamos a reunir y los voy a escuchar. Y si sale alguno de ellos dos, me van a tener a su disposición.

—La Madrugada es la jornada más complicada de la Semana Santa; y la Macarena, la cofradía más numerosa, con más de 4.000 nazarenos. ¿Qué proponen para que todos estos hermanos puedan seguir haciendo estación de penitencia con todas las garantías?

—En el entorno de la basílica, antes de la salida, vamos a ampliar el espacio para formar para que los tramos estén más cómodos cogiendo alguna calle más de los aledaños a la plaza de San Gil. Además, les vamos a poner unas carpas, no solo ya para protegerlos del agua, si hubiera, sino para protegerlos del frío, y para que estén más resguardados y tengan más privacidad. Les vamos a poner servicios, agua y una serie de sillas para que se sienten los hermanos mayores. Estamos estudiando también que el tiempo que pasen esperando para organizar la cofradía sea el más corto. E igualmente vamos a variar la distribución de los tramos y el orden dentro de los mismos, entre otras cosas.

—¿Y en la calle? El presidente del Consejo ha propuesto un posible adelanto en bloque de la jornada. ¿Cómo lo valoran?

Queremos restablecer las relaciones con el Consejo, que últimamente, según me llega, son muy frías y distantes, y ponernos a su disposición. Sobre las propuestas del presidente, estamos completamente en contra de los ‘numerus clausus’, y del adelanto, vamos a ver qué se nos propone, y en función de eso, así haremos. Si tenemos que adelantar, adelantaremos. Vamos a contribuir a todo lo que se nos pida y nos vamos a apretar el cinturón todo lo que nos lo tengamos que apretar, pero también vamos a pedir que se lo aprieten todos, no sólo nosotros. Y voy a pedir, por el bien de mis hermanos, que no tengamos que entrar en avalancha. Si yo tengo que entrar de cuatro en cuatro, o de cinco en cinco, y con los cirios apagados, lo hago, pero los de negro tendrán que hacer también un esfuerzo, ¿no? Ya no sólo por que vayamos dignamente, sino por la seguridad de mis hermanos.

—¿Cómo valora el recorrido actual de la hermandad? Ya ha dicho que quiere recuperar el tradicional a la ida, mientras que la vuelta la deja más en el aire.

—Tenemos poco tiempo para estudiarlo, pero en principio el recorrido va a ser el del año pasado, menos a la salida, que recuperaremos el Arco, una demanda de muchísimos hermanos. Lo de la Alameda hay que mirarlo bien, porque vamos a tratar de ir por las calles más anchas por la seguridad de los hermanos. A mí no me gustó, pero si hay más comodidad y seguridad para los hermanos que por Correduría, seguiremos por allí. Igual hay que cambiar Trajano por Amor de Dios, que es más ancha y no tenemos al Gran Poder tan cerca. Todo hay que estudiarlo. En cuanto a la vuelta, seguiremos por Sales y Ferré. Sentimentalmente, la calle Cuna me gusta, pero con 4.000 nazarenos y los Gitanos es inviable, así que a mí no se me ocurriría volver en estas circunstancias. El problema con Sales y Ferré es que no tenemos dónde meternos en caso de que nos llueva.

—¿Si se propusiera un cambio de la posición de la cofradía en la jornada, se valoraría?

—Sí, ¿por qué no? No nos vamos a cerrar a nada. Lo único que pedimos es que se tenga en cuenta que somos muchos y que los cambios que se hagan sean para todos. Que hay que cambiar el orden, se cambia el orden.

—¿Tiene algún cálculo sobre el respaldo que tiene su candidatura entre los hermanos? ¿Cuántos apoyos cree que harán falta para ganar en el cabildo de elecciones?

—Dicen que hay mucha gente que va a votar por lo que ha ocurrido este año. Yo lo que he vivido toda mi vida es que aquí, para venir a votar, hay que traer a la gente de la mano. Va a ganar el que sea capaz de traer más gente de la mano. Últimamente se habían rondado los 4.000 hermanos, puede haber unos 500 más esta vez. No creo que vaya a venir mucha más gente a votar, porque en el cabildo más importante de la hermandad, el de la restauración de la Virgen, hubo 2.000 personas. En las últimas elecciones, Cabrero ganó con 2.300 votos y había dos candidaturas. En estas, en torno a 1.800 podrían valer. Aunque son unas elecciones diferentes, porque nunca se había tocado ni hecho daño a la Virgen.

—¿Qué mensaje quiere transmitir a los hermanos de cara al 30 de noviembre?

—Yo les pediría a los hermanos, en primer lugar, que vayan a votar, y que voten en conciencia a la candidatura que crean que es la mejor. Si eligen la nuestra, se van a encontrar con un hermano mayor que va a ser uno más entre ellos, y que va a gobernar de su mano, siendo un hermano más. La hermandad de la Macarena es de todos los hermanos, y la tenemos que llevar entre todos. Vamos a contar con ellos, a escucharlos y a consultar con ellos las decisiones importantes. Viva la Virgen del Rosario, viva el Señor de la Sentencia y viva la Virgen de la Esperanza.

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