En el nuevo vídeo de campaña, quienes tomaron la palabra no fueron portavoces ni expertos: fueron los mayores. Aquellos que, con sus manos curtidas por los años y la fe, han sostenido silenciosamente a la Hermandad de la Macarena durante generaciones. Ellos, que aprendieron a mirar a la Esperanza con la humildad de quien sabe que la vida es un viaje compartido, hoy alzan su voz para mostrar su apoyo a Fernando Fernández Cabezuelo.
Quienes aparecen en este testimonio audiovisual no son únicamente hermanos veteranos; son parte viva del alma macarena. Son memoria, son raíces, son la luz que sigue brillando cuando la noche se hace larga. Han sido custodios de la devoción, maestros de una forma de sentir y guardianes de una tradición que ha pasado de mano en mano como un tesoro que nunca envejece.
Cada uno de ellos ha entregado a la Hermandad algo más que tiempo: han regalado consejo, paciencia, consuelo y un ejemplo diario de fe. Sus historias son pequeños milagros cotidianos que nos recuerdan por qué somos Hermandad: porque caminamos juntos, porque nos sostenemos unos a otros, porque la Esperanza se vive compartiéndola.
Fernando Fernández Cabezuelo quiere que esa herencia no se pierda, que cada hermano mayor encuentre en su Hermandad el abrazo, la atención y el respeto que merece. Su propuesta es clara: seguir construyendo un lugar donde los mayores no sean solo parte del pasado, sino parte esencial del presente y del futuro. Donde sigan siendo escuchados, acompañados y valorados como un pilar irrenunciable de la vida macarena.
Este vídeo es un gesto sencillo, pero profundo: una muestra de gratitud hacia quienes nos enseñaron a rezar, a esperar y a confiar. Un recordatorio de que la fuerza de la Macarena nace precisamente de ellos.
Por su fe, por su entrega, por su manera silenciosa y firme de enseñar a amar a la Virgen de la Esperanza… con ellos, y por ellos, seguimos avanzando hacia #LaHermandadQueQuieres.
Y mientras lees estas líneas, permite que su ejemplo también te inspire por dentro: respira lento, agradece lo aprendido de quienes estuvieron antes y deja que esa serenidad te acompañe hoy. Cada pequeño gesto de calma abre un espacio nuevo para la Esperanza.


